NEXUS POLARIS: El álbum que predijo una parte del futuro

 

En los noventa el mundo cambiaba velozmente. Noruega por ejemplo fue testigo de una transición ágil pero progresiva desde los orígenes de su Black metal, fecundado en la década inmediatamente anterior con una filosofía anticristiana y un sonido crudo hacia una cada vez más evidente incorporación de nuevas posibilidades artísticas.

No existe una corriente estética, menos en el rock cuya génesis pueda ser atribuida a una persona o conjunto de personas en particular; sin embargo y desde el curso natural en el tiempo algunos músicos militantes en el clásico metal nórdico, protagonista en sus raíces por sus posturas non sanctas, llevadas incluso a la criminalidad optaron posteriormente por dilatar su inspiración, nutriéndose de otras figuras en sus letras, temáticas paganas y más insinuantes hacia senderos místicos, etéreos.

En la música, alrededor de los cinco últimos años antes del siglo XXI ya se vislumbraba una obsesión cultural hacia ese futuro que estaba por finalizar, abriendo paradójicamente los inicios de una concepción del metal escandinavo menos inclinado a lo subterráneo y entregado sustancialmente a una industria que permeaba los sonidos extremos en el Viejo Continente, encabezada por la disquera alemana Nuclear Blast.

Covenant, rebautizados después como The Kovenant por temas legales, es hacia esta etapa histórica la correcta jugada de actores, espacio, tiempo y lugar en que instrumentistas del norte de Europa ya experimentados acogían el uso imponente de la melodía, con claras intenciones de crear simultáneamente atmósferas celestes y recurriendo como si fuera poco a pasajes de la música clásica, recreando vitalidad en su propuesta, alejada de la monotonía áspera símbolizada en sus raíces.

"Nexus Polaris", lanzado por primera vez el 24 de marzo de 1998 no llegó a las manos de los fans metaleros de la época como un pionero; esta  segunda ola como le llaman tenía caminos zanjados desde al menos diez años antes. El segundo trabajo de Covenant (oriundos de Bergen) brilla más bien como un símbolo de perfección en el llamado Black metal melódico, competente en su momento con lo que ya venían materializando en el disco compacto Arcturus, Dimmu Borgir, Emperor, Ulver y una gran cantidad de proyectos que surgieron dentro y fuera del territorio vikingo en consecuencia de las mutaciones culturales de aquél entorno.

El cerebro principal del multiformato por supuesto fue Nagash, hombre interesado en innovar, así que armando osadía e ingenio supo congregar un equipo de ensueño para el álbum. La lista incluía a Hellhammer (Mayhem, Arcturus), Sarah Jezebel Deva (Cradle Of Filth, Therion), Astennu (Carpe Tenebrum, Dimmu Borgir) y Sverd (Arcturus), cada uno autoridad en su respectivo rol de ejecución. Hace cuatro lustros todos ellos ya eran importantes en sus respectivas escenas, pero el paso del reloj precisamente lo que ha hecho es acrecentar su calidad de versados e intérpretes de gran reputación.

Repetir hasta la saciedad etiquetas del comercio musical para definir cómo suena una banda es sencillo (dark, folk,ambient, gothic). Las corporaciones de hecho las extraen de la jerga callejera para moverlas hábilmente en el negocio del entretenimiento. Lo que no es sencillo es asimilar un larga duración como "Nexus Polaris": adoctrinado en el conglomerado lírico del espacio interplanetario (acerca de las creencias ufológicas de su líder) justamente no es una obra con los pies sobre la tierra, intelectualmente hablando.

Estratega en la sugestión, opuesto a las metáforas épicas con pasajes medievales de algunos de sus colegas contemporáneos, su antología pregona sobre una tarima de lo aún no vivido, lo que viene mil años futuros por encima de terrenos inéditos. En una apreciación modesta de quien les escribe, las ocho canciones de la colección tienen entre sí una personalidad definida, diferentes entre si, pero con algunas constantes: El tono fantasmal de Sarah, los sintetizadores vanguardistas y las guitarras en parte influidas por el Heavy metal son en parte elementos que ayudaron por extensión a reescribir la oscuridad de lo que tradicionalmente representaba el Metal Negro, ahora con una percusión bastante versátil y una voz principal grotescamente teatral.

Foto: Voices-of-chaos.blogspot.com 

La distancia entre el grupo y lo típico del estilo musical que los hizo crecer se haría bastante mayor con las siguientes muestras discográficas de Nagash para el nuevo milenio, ofreciendo al panorama metalero propuestas elaboradas pero estrechamente vinculadas al rock industrial y a lo electrónico, originando desertores en sus filas de adeptos, sobre todo de aquellos que ven a la música como un ser inerte, que no debe cambiar (claro, evolucionar también implica respetar las bases de todo).

Desde el 2003 The Kovenant no ha desarrollado nuevo material, viviendo los últimos años de la nostalgia, las reediciones de su era dorada y con una aparición intermitente sobre festivales como el Inferno de Oslo, en el 2010. Como un capricho del destino una banda tan sólida en el porvenir que profetizaban llegó, pero ellos ya no estaban en esta bóveda sideral, por lo que ahora son de ayer. Nada está escrito no obstante, por lo que ojalá en cualquier momento el grupo regrese de su travesía interestelar y se vuelva a ubicar en una cosmogonía que de alguna forma, todavía los espera.

 Aquí el disco completo 

Joel Cruz

@johellcrvx