Cinta de cromo anónima: Éxtasis de WHITE ZOMBIE

 

Texto: Joel Cruz

Imagen: White Zombie

White Zombie solía inspirarse en criaturas horripilantes para hacer lo suyo, pero en 1995 mostró ante los tímpanos del vulgo una monstruosidad capaz de borrar las notas apocalípticas del imaginario terrorífico en desuso, volviendo a redactarlas en su pesadilla de 52 minutos “Astro-Creep: 2000 Songs of Love, Destruction and Other Synthetic Delusions of the Electric Head”, con la explicites que anunciaría su final poco después. El engendro industrial se había salido de control, perturbando los nervios de la misma banda y declarándose incapaz de permanecer unida para septiembre del 98. Una fortaleza construida en 13 años (número de mala suerte), en la maleza del cine Clase B, Noise, Punk (¿o Postpunk quizás?), el Groove, gemidos orgásmicos, íconos torcidos de los elíseos hollywoodenses y un prolongado etcétera de alusiones al horror 35 mm.

 

Video: White Zombie

Con una vocación de película altanera para un proyecto de casa discográfica o un oficio de cánticos soeces en estudio fílmico barato, Rob Zombie (el patrón) liquidó la sociedad, aunque seguiría a una musa serial en ambas pasiones, inyectándoles sobredosis de ironía, humor negro y vintage de pantano. Hasta papá Alice Cooper se mostraría agradado con sus creaciones, otorgándole una especie de antorcha generacional entre los elegidos de la cultura shock.

Imagen: White Zombie

Retornando a “Astro-Creep…”, el larga duración fue un avance grotesco en razón a otras profanas fecundaciones de laboratorio que darían luz en la Unión Americana. Era la época de David Fincher y Seven: El Salmo 69 de Ministry andaba libre a sus anchas, cual parlante de Armagedón. Los clavos nueve pulgadas de Trent Reznor habían marcado con glóbulos naranja su oda a la autodestrucción, bañados con ecos de Sharon Tate. Cuando esto había sucedido, los besos sangrientos de Type O Negative se alistaban para salpicar nuevamente los vestidos diáfanos de la comedia y el buen gusto. Como si fuera poco, un reverendo, experto en retratar a la familia típica estadounidense, se graduaría en unos cuantos meses como Anticristo Superestrella, incitando censura evangélica en demasía. Cuántos viacrucis llegarían más adelante, o cuáles pretendieron escandalizar antes, es lo de menos: El cuarto trabajo del Zombie Blanco no se destacaría por ser el más gore o ser impetuosamente blasfemo; era punto aparte auténtico, auténtico entre lo genuino.

Video: White Zombie

Era (es) divertido cuando los grupos de música ponen en tela de juicio la autoridad de cualquier tipo. La de los papás por ejemplo, siendo más inmediata a los ideales rebeldes de adolescencia, floreciente en seres humanos con potencial morfología de adultos, pero mentalidad de niños. Toda la publicidad de consumo ha utilizado por décadas dicha fórmula provocadora para vender. Pasar del dicho al hecho, no era tan romántico como lo enseñaban los héroes de MTV: A los quince años era arriesgado cuestionar los dogmas religiosos y estéticos de nuestro hogar. Varios de nosotros crecimos con el lema Jesús salva, pero a mí me salvaban en realidad los casetes que giraban en mi microcomponente, con dos niveles de ecualización. Me salvaron de una realidad hecha mierda, me empujaron a buscar otros horizontes tangibles.

Foto: White Zombie

Video: White Zombie 

Imagen: White Zombie

El cuarto álbum de Zombie llegó a mis manos en la ignorancia de un cuadernillo de cinta metálica sin llenar. La carátula vacía tampoco ayudaba, las letras eran un enigma fonético. Justo ahí, cuando las herramientas lógicas no están para auxiliar la opacidad de tu cerebro, era la sencillez del audio la responsable en colmar tus ansias emocionales para despertar otras connotaciones, mitad surreales, mitad impresionistas. El buscador de datos yupi.com me lo revelaría en consecuencia, encontrándome sorpresas a futuro. La personalidad no siempre es definida por estereotipos comunes. Si no lo creen así, lean sobre Robert Bartleh Cummings, personaje que buscaba ser una mezcla amorfa de Béla Lugosi, Alice Cooper, Steven Spielberg y Stan Lee. Lo logró. 

Imagen: White Zombie

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