JOE SATRIANI EN BOGOTA: CRONICA DE UN MOMENTO IMPARABLE.

Un músico implacable con las notas, a quien se le ha acusado de barroquismo virtuoso, espejismo que despista a aquellos que desconocen la sencillez y humildad que hacen parte de la personalidad de este neoyorkino. Su show desbordó en ráfagas de melodías que sin pretensiones simulaban alcanzar la perfección. Un recital apto para amantes del rock duro, progresivo e instrumental sin deslumbramientos por divismos rockeros, pectorales o six packs al desnudo, sexismos grotescos, ni nada de aquello que forma parte de la chabacanería cliché de la fórmula sexo, drogas y rock and roll que atrae a las masas. De allí que la velada contara con una audiencia variada, de oídos flexibles, cultos y fieles, y que peculiarmente congregó un reducido porcentaje de público femenino y de menores de edad, que lastimosamente perdieron la oportunidad de presenciar uno de los mejores shows del 2014. También se pudo observar entre los asistentes a músicos y conocedores de las seis cuerdas, amantes de publicaciones especializadas que pasan su tiempo disertando técnicas y trucos, que querían presenciar la puesta en escena de uno de sus mayores ejecutantes a nivel mundial.

Cerca de las 7.00 de la noche aparecería FatsO, ensamble de jazz – soul capitalino, que dejó en alto la representación colombiana de la noche. El público escuchó atento su participación y la banda pudo ganarse los aplausos y la aprobación del respetable, con un sonido cuidado y preciso, en el que los vientos cobraron protagonismo.

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Avanzaba la jornada y el público asistente comenzaba a inquietarse por el artista principal de la noche. Con precisa puntualidad, SATRIANI subiría al escenario a las 8 pm. El público sería testigo del genio y la fuerza colosal de este monstruo de la guitarra. Mágicamente el recinto lucía completamente lleno y en una atmósfera de vibrante ovación, JOE "SATCHt" SATRIANI haría su aparición en tarima, dando muestras de tapping vibrantes y muchas más maniobras de equilibrismo musical, con una cohesión majestuosa de sonidos que provenían de su Ibanez. De esta forma cada vez más seguía cautivando la atención del público que palpitaba con cada movimiento inusitado del artista, excelencia auditiva que presagiaría la calidad del sonido que se utilizó a lo largo de todo el concierto.

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Todo un recorrido por sus álbumes Engines of Creation ( Devil´s Slide), Flying in a Blue Dream (Flying in a Blue Dream), Surfing with the Alien (Surfing with the Alien, Ice 9, Satch Boogie, Always with Me y Always with You), Dreaming # 11 (The Crush of Love), The Extremist (Cryin’ y Summer Song), Time Machine (Time Machine), Super Colossal (Crowd Chant), y por supuesto una generosa dosis de su más reciente placa discográfica, Unstoppable Momentum (Jumpin’ In, Unstoppable Momentum, The weight of the World, I´ll Put a Stone on Your Cairn, A Door into Summer, Lies and Truths, Shine on American Dreamer y Three Sheets to the Wind)

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SATCH se ubicaba a la izquierda del escenario capturando toda la atención, que paulatinamente fue recayendo en los demás integrantes. Acompañado de una alineación de primera, SATRIANI dejó claro que quería darnos la posibilidad de apreciar auténticos profesionales en escena: dos tercios de The Aristocrats con una intimidante batería en manos de MARCO MINNEMANN y un poderoso bajo a cargo de BRYAN BELLER; junto a ellos MIKE KENEALLY a cargo de la segunda guitarra y el Hammond, que por momentos nos dejó vislumbrar lo que pudo ser su época dorada junto a Frank Zappa.

SATRIANI pudo conectar de forma clara con el público, a quien hizo saltar, corear, dar palmas y delirar durante dos horas, en un continuo pulular de resonancias entre el rock, el jazz y el blues.

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La sobria disposición del escenario fue apoyada por una pantalla situada en la parte posterior del escenario, en la que se proyectaron imágenes y fragmentos de video-clips que transportaron al espectador hacia un tecnicolor de paisajes y sensaciones diversas.

En la recta final del show, el público reclamó el obligado bis y terminó saliendo del recinto, sonriente y extasiado al haber podido surfear ese momento imparable, luego de una sorprendente cátedra sonora llena de maestría y genialidad.

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